Mujeres empresarias y esclavistas: la historia incómoda que contradice la versión oficial.
La historia del comercio de esclavos suele contarse en clave masculina: capitanes europeos, gobernadores coloniales, mercaderes, reyes africanos que negociaban con prisioneros de guerra. Pero este relato oculta a un grupo de mujeres que no fueron meras víctimas ni espectadoras, sino actoras poderosos: gobernantes, comerciantes y dueñas de redes esclavistas que acumularon influencia económica y política. El mito de que las mujeres carecían de propiedades o no podían participar en el comercio queda desmentido cuando se rastrea con cuidado su huella.
Antes de presentar casos específicos, conviene aclarar el error común de suponer que las mujeres no tenían propiedades ni poseían esclavos. En muchas sociedades costeras africanas, en colonias europeas y en reinos africanos, las mujeres sí eran propietarias, comerciantes, intermediarias, jefas de redes de intercambio humano, agrícola, comercial.
Simplemente, la historiografía tradicional, sesgada por perspectivas europeas, cristianas o sexistas, las ha borrado o minimizado. Lo que sigue muestra que hubo mujeres que no solo participaban, sino que tenían experiencias de poder, de acumulación, de negociación política, e incluso militar.
Te hago un recuento de algunas de las mujeres esclavistas de vidas excepcionales, cada una digna de una novela de drama histórico.
Sayyida al-Hurra (1491–1552): líder política y comerciante de esclavos
Sayyida al-Hurra es un ejemplo temprano de mujer líder, militar y comerciante de esclavos, que combinó poder político y control económico.
Sayyida al-Hurra nació en Granada en 1491 y se refugió en Marruecos tras la caída del reino nazarí. Al enviudar de Abu al-Hassan al-Mandri II, heredó el gobierno de Tetuán, convirtiéndose en una de las pocas mujeres en la historia islámica en ejercer poder político y militar pleno.
Como gobernadora, fortaleció la ciudad, organizó ejércitos y alianzas estratégicas, y se alió con el corsario Barbarroja, compartiendo el control del Mediterráneo occidental. Desde Tetuán, dirigió incursiones navales contra barcos españoles y portugueses, capturando personas que luego eran vendidas como esclavos o intercambiadas mediante rescates, consolidando así un lucrativo comercio de esclavos.
En 1541 se casó con el sultán de Marruecos, lo que reforzó su autoridad, pero no disminuyó su independencia ni su influencia económica. Su mandato terminó en 1542 tras un golpe de Estado, y falleció en 1552.
Dame Portugaise (fl. 1600–1634): intermediaria del comercio de esclavos en Senegal
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Dame Portugaise, de ascendencia mixta euroafricana, se estableció en Rufisque, un puerto clave del actual Senegal, a comienzos del siglo XVII. Como nhara, actuaba como intermediaria entre gobernantes africanos y comerciantes europeos, controlando las rutas y negociaciones del comercio de esclavos.
Compraba cautivos de guerra a líderes africanos y los revendía a portugueses para ser transportados al Atlántico y a América. Su posición le permitió controlar precios, organizar expediciones y administrar propiedades y almacenes, convirtiéndola en una figura central en la economía local.
Dame Portugaise no era una simple intermediaria: poseía poder político y económico, negociaba con jefes africanos y europeos y consolidó un modelo que replicarían otras nharas y signares durante los siglos siguientes. Fue pionera en demostrar que las mujeres podían dominar el comercio esclavista y ejercer autoridad en entornos dominados por hombres.
Crispina Peres (c. 1615 – después de 1670): Señora de Cacheu y comerciante de esclavos
Crispina Peres nació en Geba, Guinea-Bissau, alrededor de 1615, hija de un portugués y una africana local. Se estableció en Cacheu, un puerto central del comercio esclavista portugués en África Occidental, y se convirtió en una de las mujeres más poderosas de la región.
Como “Señora”, Crispina administraba propiedades, flotas y almacenes, y compraba esclavos a líderes africanos para venderlos a los portugueses. Su influencia iba más allá de lo económico: negociaba con autoridades locales y europeas, resolviendo disputas y consolidando su posición política.
Su poder generó tensiones con la Iglesia y los portugueses, y fue juzgada por la Inquisición, aunque nunca perdió del todo su influencia. Murió después de 1670, dejando un legado que demuestra que las mujeres afro-lusas podían ser propietarias, diplomáticas y líderes comerciales en el comercio de esclavos.
Anna Hack Boot (ca. 1626–1685): comerciante y dueña de barcos en América colonial
Anna Hack Boot, nacida Anna Varlett alrededor de 1626 en los Países Bajos, emigró a Nueva Ámsterdam (actual Nueva York), donde se convirtió en una de las primeras mujeres comerciantes documentadas en la colonia.
Viuda de Hans Hack y luego casada con Joris Boot, asumió la gestión de los negocios familiares. Administró importación y exportación de mercancías, propiedad de barcos y comercio de esclavos, convirtiéndose en una figura clave en la economía local.
Su papel demuestra que las mujeres neerlandesas podían controlar empresas internacionales y participar activamente en el comercio atlántico, incluyendo el tráfico de esclavos, desafiando la idea de que solo los hombres ejercían poder económico en las colonias.
Murió en 1685, dejando un precedente de mujer empresaria y propietaria en el comercio esclavista.
Bibiana Vaz de França (c. 1630 – después de 1694): nhara y líder del comercio de esclavos en Cacheu

Bibiana Vaz nació alrededor de 1630 en Cacheu, Guinea-Bissau, en una familia euroafricana. Siendo una nhara (mujeres mestizas o africanas con vínculos comerciales europeos), ejerció un papel central en el comercio esclavista, actuando como intermediaria entre los gobernantes africanos y los comerciantes portugueses.
Administraba almacenes, flotas y propiedades, comprando esclavos a líderes locales para venderlos a barcos europeos que los transportaban al Atlántico y América. Su riqueza y conexiones le permitieron ejercer influencia política, siendo consultada tanto por autoridades africanas como portuguesas en asuntos comerciales y diplomáticos.
Durante más de seis décadas, Bibiana consolidó su posición frente a competidores y autoridades, demostrando que las mujeres podían ser propietarias, negociadoras y líderes comerciales en un sistema dominado por hombres. Su legado evidencia el papel decisivo de las mujeres en el comercio esclavista en África Occidental.
Margaret Hardenbroeck de Vries Philipse (1637–1691): comerciante y propietaria en Nueva York colonial
Margaret Hardenbroeck nació en 1637 en Ámsterdam y emigró a la provincia colonial de Nueva York, donde se convirtió en una de las primeras mujeres comerciantes documentadas en la región.
Viuda joven, heredó los negocios de su primer esposo y luego se casó con Frederick Philipse, lo que amplió su influencia y patrimonio. Fue dueña de barcos mercantes y participó en el comercio de esclavos, así como en otros negocios de importación y exportación. Su participación activa la convirtió en una figura central de la economía local.
Margaret demuestra que las mujeres en las colonias neerlandesas podían controlar propiedades, dirigir empresas y participar en el tráfico de esclavos, desafiando la narrativa de que solo los hombres ejercían poder económico. Murió en 1691, dejando un legado de autonomía y liderazgo empresarial femenino en el comercio atlántico.
Caty Louette (c. 1713 – después de 1776): signare y comerciante de esclavos en Senegal
Caty Louette nació alrededor de 1713 en Gorée, Senegal, y se convirtió en una de las signares más poderosas de la isla. Las signares eran mujeres euroafricanas que combinaban comercio, matrimonios estratégicos y redes diplomáticas para dominar la economía local, especialmente el tráfico de esclavos hacia Europa y América.
Caty Louette actuaba como intermediaria entre comerciantes europeos y gobernantes africanos. Compraba cautivos a líderes locales y los revendía a los barcos europeos, administrando almacenes, propiedades y flotas. Su posición le permitió negociar directamente con autoridades coloniales, consolidando poder político además del económico.
Su vida demuestra que las mujeres africanas no eran pasivas en el comercio esclavista; por el contrario, podían controlar rutas, fijar precios y ejercer influencia política, dejando un legado que inspiró a futuras generaciones de signares en Senegal.
Anne O'Shiell (1720–1793): empresaria y comerciante de esclavos en Francia
Anne O'Shiell nació en Nantes en 1720, en una familia vinculada al comercio marítimo. Se convirtió en una de las mujeres más ricas y poderosas de la ciudad, conocida especialmente por su participación en el comercio transatlántico de esclavos.
Tras la muerte de su esposo, Anne asumió la gestión de la empresa Grou et Michel, que se dedicaba al transporte de esclavos hacia las colonias francesas en América. Administraba barcos, contratos y almacenes, consolidando una red comercial que la convirtió en millonaria.
Además de su papel económico, Anne ejercía influencia política local, negociando con autoridades portuarias y comerciantes, lo que reforzaba su posición como líder femenina en un entorno dominado por hombres.
Su legado demuestra que en la Europa del siglo XVIII, las mujeres podían ser empresarias completas, participando activamente en el comercio de esclavos y manejando fortunas considerables, desafiando la narrativa de que las mujeres solo eran pasivas en la historia económica.
Junto a sus hermanas, participó activamente en la compra, transporte y venta de esclavos hacia las colonias francesas.
Catarina Gustmeyer (1710–1773): comerciante y traficante de esclavos danesa
Catarina Gustmeyer nació en 1710 y se convirtió en una de las mujeres más destacadas del comercio danés del siglo XVIII. Fundó y dirigió la Det danske Guineiske Kompagni (“Compañía Danesa de Guinea”), dedicada principalmente al comercio de esclavos, así como a la importación y exportación de productos coloniales.
Como propietaria y administradora, Catarina controlaba barcos, almacenes y rutas comerciales, negociando directamente con autoridades danesas y africanas. Su influencia le permitió tomar decisiones estratégicas sobre expediciones esclavistas y negocios internacionales, consolidando su fortuna y posición social.
Su vida es un ejemplo claro de cómo las mujeres europeas podían ser empresarias autónomas y líderes en el comercio de esclavos, desafiando la idea de que la actividad económica y el poder financiero eran exclusivamente masculinos.
Frederica (Frederikke) Louise Ernst (1714–1781): comerciante danesa y traficante de esclavos
Frederica Louise Ernst nació en 1714 en Dinamarca y se convirtió en una destacada comerciante y propietaria de barcos durante el siglo XVIII. Tras la muerte de su esposo, asumió la dirección de la empresa familiar, que incluía el comercio de esclavos y mercancías entre África y las colonias danesas.
Ernst administraba flotas, negociaba contratos y supervisaba transacciones comerciales, consolidando un poder económico significativo en un entorno dominado por hombres. Su liderazgo le permitió expandir operaciones, mantener relaciones estratégicas con autoridades locales y europeas, y garantizar la prosperidad de sus negocios.
Else Fenger (1737–1811): empresaria y comerciante de esclavos danesa
Else Fenger nació en 1737 y se convirtió en una de las pocas mujeres danesas de su época en dirigir grandes empresas comerciales. Tras la muerte de su esposo, Peter Fenger, asumió el control de la compañía Borre & Fenger, dedicada a la producción de jabón y al comercio de esclavos.
Bajo su dirección, la empresa mantuvo flotas mercantes que transportaban esclavos y mercancías entre África y las colonias danesas. Else negociaba directamente con autoridades locales y europeas, gestionando contratos, almacenes y rutas comerciales, lo que la consolidó como una figura central en la economía danesa del siglo XVIII.
Su vida demuestra que las mujeres podían ejercer poder económico y participar activamente en el comercio transatlántico de esclavos, incluso en sociedades donde se esperaba que su papel fuera doméstico o secundario. Else Fenger dejó un ejemplo de liderazgo empresarial femenino que desafía la narrativa tradicional de la pasividad femenina en la historia económica.
Anne Rossignol (1730–1810): signare y comerciante de esclavos en Saint-Domingue
Anne Rossignol nació en Gorée, Senegal, en 1730, y emigró a Saint-Domingue (actual Haití) en 1775. Como signare, mujer euroafricana con redes comerciales estratégicas, se convirtió en una de las empresarias más ricas y poderosas de la colonia, destacando especialmente en el comercio de esclavos.
Administraba propiedades, almacenes y plantaciones, y compraba esclavos para venderlos o utilizarlos en sus propios cultivos. Su influencia iba más allá de lo económico: negociaba con autoridades coloniales y comerciantes europeos, consolidando poder político y social. Durante la Revolución Haitiana, emigró a Charleston, Carolina del Sur, mostrando su capacidad de adaptarse y mantener su estatus en entornos cambiantes.
Anne Rossignol demuestra que las mujeres signares no eran pasivas: controlaban flotas, rutas y transacciones comerciales, acumulando riqueza y autoridad, y desafiando los estereotipos de género en la historia del comercio atlántico de esclavos.
Francisca da Silva de Oliveira, “Chica da Silva” (c. 1732–1796): de esclava a poderosa socialité y dueña de esclavos en Brasil
De hecho, esta si es una figura que ha fascinado la cultura brasileña, mostrándose su historia repetidas veces en la televisión y otros medios.
Francisca da Silva de Oliveira, conocida como Chica da Silva, nació esclava en Minas Gerais, Brasil, hacia 1732. Hija de un portugués y de una mujer africana esclavizada, fue comprada en 1753 por el acaudalado minero João Fernandes de Oliveira, quien le concedió la libertad y con quien tuvo 13 hijos. Con él consolidó su posición como una de las mujeres más influyentes del Brasil colonial.
Tras emanciparse, adoptó el nombre Francisca da Silva de Oliveira y construyó una vida de lujo en Tejuco, donde poseía una residencia suntuosa con capilla, jardines y objetos de prestigio inusuales para la época. También adquirió y administró numerosos esclavos, tanto en el servicio doméstico como en las minas, consolidando su riqueza y estatus social.
Chica se distinguió por su poder simbólico y social, integrándose en cofradías religiosas reservadas a blancos, mulatos y africanos, y mostrando su ascenso con títulos y lujos materiales. Incluso después del regreso de João Fernandes a Portugal en 1770, conservó prestigio y control de su patrimonio.
Murió en 1796 y fue enterrada en la Iglesia de São Francisco de Assis, dejando un legado polémico como una de las pocas mujeres negras que alcanzaron la cima de la élite esclavista y social en la colonia brasileña.
Marie Thérèse Metoyer (1742–1816): de esclava a rica plantadora y propietaria de esclavos en Luisiana
Marie Thérèse Metoyer, conocida como Coincoin, nació esclava en Natchitoches, Luisiana, en 1742. Recibió educación formal en enfermería y farmacología.
Gracias a su relación con el comerciante francés Claude Thomas Pierre Metoyer, obtuvo su libertad y la de sus hijos, heredando después sus propiedades. Con visión empresarial, expandió sus tierras hasta superar las 1,000 acres y se convirtió en una de las mujeres más ricas de Luisiana a inicios del siglo XIX.
Después de divorciarse, continuó aumentando su fortuna con la explotación de plantaciones y la posesión de unos 287 esclavos, a quienes administraba con dureza, lo que consolidó su riqueza. Al mismo tiempo, fue una católica devota, financiando la iglesia local y aportando mano de obra esclavizada para su mantenimiento.
Murió en 1816, dejando su vasto patrimonio –incluidos esclavos y tierras– a sus descendientes, consolidando así el legado de una de las mujeres libres de color más poderosas y controvertidas de la historia esclavista de Luisiana.
Fenda Lawrence (1742 – después de 1780): comerciante de esclavos en Saloum
Fenda Lawrence nació en 1742 y se convirtió en una comerciante africana destacada en el pueblo de Kaur, en la región de Saloum (actual Senegal). Participaba activamente en el comercio de esclavos, comprando cautivos de líderes locales y vendiéndolos a comerciantes europeos que los transportaban a las Américas.
Fenda Lawrence gestionaba almacenes, rutas comerciales y relaciones con autoridades locales y europeas, consolidando un poder económico y social considerable. En 1772 incluso viajó a las Trece Colonias como mujer libre, combinando turismo y comercio, lo que evidencia su autonomía y estatus.
Anne Pépin (1747–1837): signare y comerciante de esclavos en Gorée
Anne Pépin nació en 1747 en Gorée, Senegal, y se convirtió en una de las signares más influyentes de la isla. Las signares eran mujeres afro-europeas que actuaban como intermediarias entre comerciantes europeos y líderes africanos, participando activamente en el comercio de esclavos y la economía local.
Anne Pépin gestionaba propiedades, almacenes y redes comerciales, supervisando la compra y venta de esclavos y otros bienes. Su posición le permitió influir en decisiones políticas y comerciales, manteniendo relaciones estratégicas con gobernadores y comerciantes europeos. Además, su prestigio social consolidó su liderazgo dentro de la comunidad de signares.
Elisabeth "Zabeau" Bellanton (1751–1782): comerciante de esclavos en Saint-Domingue
Elisabeth Bellanton, conocida como Zabeau, nació en 1751 y se convirtió en una de las mujeres de negocios más exitosas de Saint-Domingue antes de la Revolución haitiana. Como negociante libre de color, participaba activamente en el comercio de esclavos, comprando y vendiendo cautivos y administrando propiedades y almacenes en Cap-Français.
Zabeau no solo manejaba transacciones comerciales; también influía en la política local, negociando con funcionarios coloniales y otros comerciantes para proteger sus intereses. Su habilidad para consolidar riqueza y poder en una colonia extremadamente jerárquica y racialmente segregada demuestra que las mujeres podían dirigir empresas complejas y dominar redes económicas, incluso bajo estructuras sociales opresivas.
Aunque murió joven en 1782, su ejemplo muestra cómo las mujeres afrodescendientes y mestizas participaban activamente en la economía esclavista, desafiando la idea de que eran pasivas en la historia del comercio atlántico.
Simone Brocard (c. 1752 – después de 1784): comerciante de esclavos en Saint-Domingue
Simone Brocard nació alrededor de 1752 en Saint-Domingue (hoy Haití) y se convirtió en una destacada comerciante libre de color en Cap-Français. Participó activamente en el comercio de esclavos, comprando cautivos y revendiendo tanto a plantaciones locales como a comerciantes europeos, consolidando un negocio rentable y estratégico.
Brocard gestionaba propiedades, almacenes y transacciones complejas, lo que le otorgó poder económico y social significativo. Su posición le permitió influir en decisiones comerciales y mantener relaciones con autoridades y comerciantes europeos, demostrando habilidad y liderazgo empresarial.
Rosette Rochon (1767–1863): empresaria y comerciante en Nueva Orleans
Rochon demuestra que las mujeres afrodescendientes podían controlar el comercio esclavista, invertir y negociar en mercados complejos.
Rosette Rochon nació en 1767 en Nueva Orleans, como parte de la comunidad de Gens de couleur libres. Se convirtió en una de las mujeres más influyentes económicamente de la ciudad, destacando en inversiones, comercio de esclavos, bienes raíces y negocios de alimentos y ganado.
Como mujer libre de color, Rosette manejaba propiedades, flotas y redes comerciales, negociando directamente con autoridades y empresarios locales. Su habilidad para ampliar su fortuna durante décadas le permitió consolidar un poder económico significativo, incluso en una sociedad profundamente jerárquica y racista.
Amaryllis Collymore (1745–1828): mujer libre y poderosa comerciante en Barbados
La historia de Amaryllis Collymore evidencia que las mujeres afrodescendientes podían acumular riqueza, ejercer poder económico y participar activamente en el comercio de esclavos
Amaryllis Collymore nació en 1745 en Barbados, como esclava afrodescendiente. Logró obtener su libertad gracias a su relación con un hombre blanco, lo que le permitió iniciar una carrera como empresaria y propietaria de granjas y múltiples comercios.
Collymore se convirtió en la mujer negra libre más rica de la colonia, administrando una plantación con esclavos y participando en la compra y venta de cautivos. Su habilidad para manejar propiedades, supervisar trabajadores y controlar operaciones comerciales la consolidó como una de las figuras más influyentes de Barbados en el siglo XVIII y XIX.
Eufrosina Hinard (1777 – después de 1819): comerciante libre en Nueva Orleans y Pensacola
Eufrosina Hinard nació en 1777 y era mujer libre de color en Nueva Orleans. Se destacó como empresaria y comerciante de esclavos, comprando y vendiendo cautivos, además de permitir que algunos esclavos adquirieran su propia libertad mediante pagos.
Hinard administraba propiedades y flotas, negociando directamente con comerciantes locales y autoridades coloniales en Nueva Orleans y Pensacola, consolidando así su posición económica. Su habilidad para mantener y expandir su fortuna en un entorno racista y sexista la convirtió en una de las figuras más influyentes de la comunidad libre de color de la región.
Patty Cannon (1759–1829): comerciante y secuestradora de esclavos en Estados Unidos
Patty Cannon nació en 1759 en los Estados Unidos y se convirtió en una traficante de esclavos infame en Maryland y Delaware. Lideraba una banda que secuestraba tanto personas negras libres como esclavizadas y las vendía en estados del sur, como Alabama y Mississippi.
Cannon controlaba una red organizada que incluía escondites, rutas de transporte y contactos en plantaciones y puertos. Su autoridad y astucia la convirtieron en una de las figuras más temidas del comercio interno de esclavos en la región.
Aunque su actividad fue criminal incluso para la época, su historia muestra que las mujeres podían ejercer poder y controlar redes complejas de tráfico de esclavos, desafiando el estereotipo de pasividad femenina en la historia del comercio esclavista estadounidense.
Marie Anne Thérèse Ombline Desbassayns (1755–1846): plantadora y comerciante en La Reunión
Marie Anne Thérèse Ombline Desbassayns nació en 1755 en La Reunión, colonia francesa en el océano Índico. Tras enviudar en 1800, se convirtió en una de las mayores propietarias de plantaciones y comerciantes de esclavos de la isla, controlando tierras, esclavos y operaciones comerciales.
Desbassayns compraba y vendía esclavos para sus plantaciones y para el comercio local, consolidando así un poder económico y social significativo. Su influencia se extendía más allá de los negocios: participaba en decisiones políticas y en la organización de la economía local, convirtiéndose en un referente de autoridad femenina en la colonia.
Su vida evidencia que las mujeres, incluso en sociedades coloniales, podían acumular riqueza, poseer esclavos y ejercer liderazgo económico y social, desafiando la narrativa de pasividad femenina en la historia del comercio esclavista.
Francisca Chiponda (1738–1825): comerciante esclavista y líder en Mozambique
Francisca Chiponda nació alrededor de 1738 en Tete, Mozambique, y se convirtió en una de las mujeres más poderosas del comercio esclavista africano. Proveniente de una familia mestiza, logró consolidar una red comercial que abarcaba rutas locales e internacionales.
Chiponda compraba y vendía esclavos, supervisaba propiedades y flotas, y financiaba expediciones portuguesas hacia el interior de África. Su poder económico le permitió ejercer influencia política sobre gobernantes locales y comerciantes europeos, siendo consultada en decisiones comerciales y estratégicas.
Niara Bely (c. 1790–1879): reina y comerciante de esclavos en Guinea
Niara Bely, también conocida como Elizabeth Bailey Gómez, nació alrededor de 1790 y se convirtió en reina en la región de Farenya, Guinea. Además de su autoridad política, ejerció como comerciante de esclavos, comprando cautivos de líderes locales y vendiéndolos a comerciantes europeos.
Como reina, Niara combinaba poder político y control económico, supervisando rutas comerciales, almacenes y operaciones de esclavitud. Su liderazgo le permitió negociar directamente con europeos y africanos, consolidando su influencia en la región.
Niara Bely demuestra que las mujeres africanas podían ser monarcas y empresarias, manejando redes complejas de comercio esclavista y acumulando riqueza y autoridad, desafiando la narrativa de la pasividad femenina en la historia africana y atlántica.
Joaquina dos Santos e Silva (c. 1800–1859): poderosa comerciante y traficante de esclavos en Luanda
Joaquina dos Santos e Silva, también conocida como Dona Ana Joaquina, fue una figura influyente en el siglo XIX en Luanda, Angola. Nacida en una familia de élite de origen mixto africano y portugués, se convirtió en una de las mujeres más poderosas de la región, amasando gran riqueza a través de su papel central en el comercio transatlántico de esclavos, suministrando cautivos a los traficantes que los enviaban a las Américas.
Su fortuna le permitió ejercer una gran influencia social y económica, y su residencia y almacén en la Cidade Baixa de Luanda —donde se retenía a los esclavizados antes de su venta— se mantuvieron como símbolos de su poder hasta su demolición en el siglo XXI, cuando el lugar fue transformado en un tribunal de justicia.
La trayectoria de Joaquina refleja las contradicciones del sistema colonial, donde mujeres de ascendencia mixta podían escalar a posiciones de gran poder a través de la esclavitud. Su legado permanece como testimonio de la centralidad de las redes femeninas en el comercio esclavista de Angola y del impacto duradero de este en la historia del país.
Efunroye Tinubu (1810–1887)
Efunroye Tinubu fue una de las mujeres más poderosas de Nigeria en el siglo XIX, destacando como aristócrata yoruba, comerciante y traficante de esclavos en Lagos. Su influencia política se extendió durante los reinados de varios obas, entre ellos Adele, Oluwole, Akitoye y Dosunmu, consolidando su figura como consejera estratégica y pieza clave en la vida política de la ciudad.
Tras el bombardeo británico de Lagos en 1851 y la imposición del tratado de 1852 que prohibía el comercio de esclavos, Tinubu desafió las restricciones coloniales. Continuó traficando de manera encubierta, utilizando su red de contactos con comerciantes brasileños y portugueses para intercambiar esclavos por armas y mercancías. Esta habilidad para mantener sus operaciones en un contexto de creciente presión imperial demuestra su astucia política y capacidad para adaptarse a escenarios adversos.
Además de su papel como esclavista, Tinubu fue recordada como una mujer de gran riqueza y carisma, dueña de plantaciones y propiedades que cimentaron su estatus de élite en Lagos. Su vida refleja las contradicciones de la época: una líder femenina que rompió barreras en un entorno dominado por hombres, pero cuya fortuna estuvo profundamente vinculada a la explotación humana.
La figura de Tinubu sigue siendo polémica: mientras algunos la veneran como símbolo de poder femenino y resistencia frente a los británicos, otros la critican por su rol activo en la perpetuación de la esclavitud. Aun así, su huella en la historia de Lagos y de Nigeria es imborrable, como ejemplo de cómo las mujeres también ejercieron un papel central —y a menudo incómodo— en las dinámicas políticas y económicas del comercio atlántico.
Madam Tinubu (siglo XIX): comerciante de esclavos y figura política en Lagos
Madam Tinubu se convirtió en la traficante de esclavos más poderosa de Yorubalandia, en lo que hoy es Lagos, Nigeria, durante el siglo XIX. Su influencia iba más allá del comercio: era una líder política respetada, involucrada en decisiones estratégicas y alianzas entre líderes locales y europeos.
En el comercio esclavista, Tinubu adquiría esclavos de guerras locales y los vendía a comerciantes europeos. Controlaba rutas, almacenes y transacciones, consolidando un poder económico significativo que le permitía influir en la política regional y en la economía de Lagos.
Su legado evidencia que las mujeres africanas podían ser comerciantes poderosas y líderes políticas, combinando riqueza, autoridad y estrategia en un sistema dominado por hombres, desafiando la visión tradicional de mujeres pasivas en la historia del comercio esclavista. Su vida aún es estudiada en los libros de historia de su país.
Efunsetan Aniwura (c. 1820s–1874): comerciante y líder en Ibadan
Efunsetan Aniwura nació alrededor de 1820 y se convirtió en una de las comerciantes más poderosas de Ibadan, Nigeria, destacando en el comercio de esclavos y la producción de telas y especias. Poseía más de 2,000 esclavos que trabajaban en sus cultivos y operaciones comerciales.
Como Iyalode, título que confería autoridad política a mujeres en la sociedad yoruba, Efunsetan ejercía poder económico y militar, supervisando transacciones, negociaciones y alianzas con líderes locales. Su fama de crueldad se debe en parte a la estricta disciplina que imponía a sus esclavos, reforzando su autoridad en un entorno altamente competitivo.
Rosa de Carvalho Alvarenga (1780–d. después de 1857): comerciante de esclavos en Guinea
Rosa de Carvalho es un ejemplo importante de cómo muchas mujeres euroafricanas podían ser empresarias autónomas y líderes políticas,
Rosa de Carvalho Alvarenga, conocida también como Dona Rosa de Cacheu o Na Rosa, nació en 1780 y se convirtió en una de las nharas más influyentes de Guinea-Bissau. Como comerciante de esclavos, compraba cautivos a líderes africanos y los revendía a comerciantes europeos, controlando rutas y almacenes estratégicos.
Rosa no solo ejercía poder económico: su estatus social y conexiones políticas le permitieron influir en decisiones locales y proteger sus intereses frente a autoridades coloniales y competidores. Su liderazgo consolidó su reputación como mujer rica y poderosa, capaz de gestionar negocios complejos en un sistema dominado por hombres.
Julia da Silva Cardoso (d. después de 1840): nhara y comerciante de esclavos en Guinea
Julia da Silva Cardoso, conocida como Mae Julia o Na Julia, fue una destacada nhara euroafricana en Guinea durante la primera mitad del siglo XIX. Participó activamente en el comercio de esclavos, comprando cautivos a líderes locales y vendiéndolos a comerciantes europeos, consolidando rutas y redes comerciales que le otorgaron gran poder económico.
Su influencia trascendía lo comercial: Julia negociaba con autoridades locales y coloniales, administraba propiedades y flotas, y defendía sus intereses frente a competidores y funcionarios europeos. Esta capacidad de gestión y liderazgo la convirtió en una de las nharas más respetadas de su tiempo.
Mary Faber de Sanger (c. 1798 – después de 1857): comerciante de esclavos en Guinea
La historia de Mary Faber evidencia que las mujeres africanas podían dirigir redes comerciales complejas, acumular riqueza y ejercer poder político.
Mary Faber, también conocida como Mary Faber de Sanger, nació alrededor de 1798 y se convirtió en una de las figuras dominantes del comercio de esclavos desde Guinea durante las décadas de 1830 a 1852. Controlaba rutas comerciales, almacenes y flotas que abastecían tanto a comerciantes locales como europeos.
Reconocida por su astucia empresarial y su capacidad para negociar con británicos y africanos, Mary Faber mantuvo un control firme sobre el comercio regional, enfrentando presiones del escuadrón británico anti-esclavista. Su influencia económica le permitió ejercer autoridad política y social, consolidándose como una de las mujeres más poderosas en la historia del comercio esclavista en África Occidental.
Ana Joaquina Dos Santos (décadas de 1830–1840): comerciante de esclavos entre Angola y Brasil
Ana Joaquina Dos Santos, conocida como Ná Andêmbo, fue una comerciante afroportuguesa activa en el comercio de esclavos entre Angola y el Imperio del Brasil durante las décadas de 1830 y 1840. Poseía cientos de esclavos trabajando en sus plantaciones y administraba rutas comerciales que conectaban África con América.
Su poder económico le permitió influir en negociaciones con autoridades locales y europeos, consolidando su posición como una de las principales traficantes de esclavos de la región. Ana Joaquina combinaba habilidad empresarial con liderazgo político, demostrando que las mujeres podían controlar rutas, propiedades y trabajadores esclavizados, igualando o superando a muchos hombres de su época.
Dona Aurelia Correia (fl. 1875): nhara y comerciante de esclavos en Guinea-Bissau
Dona Aurelia Correia, también conocida como Mae Aurelia o Madame Oralia, fue una nhara euroafricana activa en el comercio de esclavos en Guinea-Bissau durante la segunda mitad del siglo XIX. Como intermediaria entre líderes africanos y comerciantes europeos, compraba y vendía esclavos, manejando almacenes y rutas estratégicas que consolidaban su poder económico.
A través de sus conexiones y habilidades comerciales, Aurelia ejercía influencia política y social en Cacheu, defendiendo sus intereses frente a competidores y autoridades coloniales. Su liderazgo demuestra que las mujeres euroafricanas podían controlar negocios complejos y redes transatlánticas, acumulando riqueza y autoridad en un entorno dominado por hombres.
Dona Aurelia Correia es un ejemplo de cómo las mujeres podían combinar comercio, poder político y estrategia, desafiando la idea de pasividad femenina en la historia del comercio esclavista africano.
Ah Toy (1829–1928): madam y empresaria en San Francisco
Ah Toy nació en 1829 en Cantón, China, y emigró a San Francisco durante la fiebre del oro en 1849. Aunque no fue comerciante de esclavos en el sentido tradicional, su historia refleja el poder económico y social que una mujer podía ejercer en un entorno dominado por hombres. Como madam, administraba burdeles y negocios relacionados, convirtiéndose en la mujer asiática más conocida del Viejo Oeste estadounidense.
Ah Toy controlaba empleados, propiedades y contratos, negociando directamente con clientes y autoridades locales. Su fortuna y su influencia le permitieron ejercer un poder único como mujer emprendedora, marcando un precedente de autonomía femenina en la economía de la época.
Aunque su contexto es distinto al comercio transatlántico de esclavos, más orientada al tráfico con fines sexuales de mujeres chinas, Ah Toy demuestra la capacidad de las mujeres para liderar, negociar y acumular riqueza, en medio de un contexto histórico complicado y violento.
Elizabeth Frazer Skelton (1800–1855): comerciante de esclavos en África Occidental
Elizabeth Frazer Skelton, conocida también como Mammy Skelton, nació en 1800 y se convirtió en una destacada nhara euroafricana en la costa de Guinea. Participaba activamente en el comercio de esclavos, comprando cautivos a líderes africanos y vendiéndolos a comerciantes europeos.
Skelton administraba almacenes, rutas comerciales y propiedades, consolidando su influencia en la región y asegurando la prosperidad de su familia y aliados. Su posición le permitió negociar directamente con europeos y africanos, ejerciendo autoridad política y económica en un entorno dominado por hombres.
Su historia evidencia que las mujeres africanas y euroafricanas podían ser empresarias estratégicas y líderes económicas, controlando redes de comercio transatlántico y desafiando la narrativa tradicional que las representa como pasivas en la historia del comercio esclavista.
Rosetta Smith (siglo XIX): comerciante y empresaria en Trinidad
Rosetta Smith fue una mujer afro-trinitense que se destacó como comerciante y traficante de esclavos durante la primera mitad del siglo XIX. Manteniendo una relación con Thomas Picton, gobernador de Trinidad, Smith amplió su fortuna y su influencia, participando en negocios de bienes raíces, comercio de esclavos y otras inversiones.
Lejos de ser una simple “favorita” del gobernador, Rosetta ejercía control estratégico sobre sus negocios, negociando con europeos y africanos, y asegurando su posición económica y social en la colonia. Su habilidad para manejar propiedades y redes comerciales demuestra que podía ejercer autoridad y liderazgo.
Betsy Heard (c. 1759 – después de 1812): comerciante euroafricana en África Occidental
Betsy Heard nació alrededor de 1759 y se convirtió en una destacada comerciante y traficante de esclavos en la región de Guinea. Como mujer euroafricana, controlaba rutas comerciales, almacenes y contactos con comerciantes europeos, consolidando un poder económico considerable.
Heard no solo participaba en la compra y venta de esclavos; también ejercía influencia política y social, negociando directamente con líderes locales y representantes europeos, asegurando la prosperidad y seguridad de sus operaciones. Su capacidad para mantener y expandir su red comercial la convirtió en una de las figuras más respetadas del comercio esclavista de su tiempo.
La historia de Betsy Heard demuestra que las mujeres africanas y euroafricanas podían ser empresarias estratégicas, líderes económicas y negociadoras hábiles, desafiando el estereotipo de que las mujeres eran pasivas en la historia del comercio transatlántico de esclavos.
Un legado incómodo pero necesario
Todas estas historias revelan algo incómodo: el tráfico de esclavos fue un sistema donde tanto hombres como mujeres se beneficiaron, acumularon poder y participaron activamente en la explotación. La narrativa que convierte a las mujeres únicamente en víctimas borra la responsabilidad y el papel de aquellas que fueron propietarias, intermediarias, reinas o millonarias gracias a la trata.
Aunque para efectos de este artículo, solo me encargo de recoger los ejemplos más llamativos y exitosos, nos da para reflexionar que estas mas que casos aislados, son la punta del iceberg, donde más mujeres tenían bajo su poder a esclavos de su propiedad, además de participar del comercio de esclavos de diversas maneras, generalmente como compradoras.
Reflexiones sobre estos ejemplos
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Propiedad y esclavos. En todos los casos se documenta que estas mujeres poseían esclavos, muchas veces cientos o miles, para trabajo agrícola, doméstico, para comercio, para exportarlos. Tuvieron propiedades: plantaciones, fincas, bienes comerciales, almacenes, barcos. No eran marginales ni secundarias.
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Agencia económica. No solo compraban y vendían esclavos, sino que producían bienes agrícolas, textiles o cosméticos, mantenían redes comerciales internacionales o intercoloniales, actuaban de agentas diplomáticas cuando convenía, negociando con gobernantes africanos o europeos. En muchos casos su riqueza provenía simultáneamente del tráfico de esclavos, del cultivo para exportación, del comercio de bienes, de la propiedad de tierras.
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Influencia política. Algunas tenían roles formales, como Sayyida al-Hurra gobernando ciudades, Efunsetan Aniwura como Iyalode, otras ejercían poder informal (mediación entre europeos y africanos, influencia sobre reyes, sobre estructuras coloniales). No eran espectadoras.
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Visibilidad desigual y sesgo historiográfico. Muchas mujeres africanas no han dejado registros escritos propios, sino que se cuentan en crónicas coloniales, testimonios orales, informes europeos. Los sesgos de género hacen que sus agresiones económicas/políticas sean presentadas como excepciones “escandalosas” o terribles, en lugar de parte de una práctica común.
Visibilizarlas no significa glorificarlas. Al contrario, es un ejercicio necesario para comprender que las mujeres tuvieron agencia en un mundo brutal, que la desigualdad de género no impidió a muchas insertarse en las redes económicas más lucrativas de su tiempo, y que la historia debe contarse en toda su complejidad, sin estereotipos ni silencios.
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