¿Inventora del Wi-Fi? La mentira más glamorosa de Hollywood

Seguro has escuchado la frase: “¿Sabías que el Wi-Fi lo inventó una actriz de Hollywood?”
Y ahí es cuando uno se imagina a Hedy Lamarr en bata de seda, con rulos en el cabello, diciendo: “Alexa, pásame el destornillador estrella”.


La realidad, como suele pasar, es mucho menos glamorosa. Spoiler: no inventó el Wi-Fi. Ni el Bluetooth. Ni el GPS. Ni el microondas para recalentar las palomitas. Pero eso no significa que su historia sea aburrida. Al contrario: es una mezcla de cine, ciencia, espionaje y un poco de “teléfono descompuesto histórico”.

En la última década la figura de Hey Lamarr se unió al panteón de falsas heroínas que nuestra sociedad ginocentrista ha inventado. Hedy Lamarr, la falsa inventora. La mujer que NO inventó el Wi-Fi, ni el Bluetooth, ni fue una innovadora.

Junto a mitos de papel como Hipatía de Alexandría o Juana de Arco, permite alimentar la cultura de victimismo. Y de paso, inflar el frágil ego femenino de millones de mujeres que creen que por una suerte de “enlace gregario“, si una mujer es capaz de hacer una cosa, significa que todas las mujeres son igualmente capaces.

De dónde nace el Mito de Hedy Lamarr.

En los 90 y 2000, con el auge de documentales como Bombshell: The Hedy Lamarr Story, se empezó a vender la idea de que ella había sido una genia incomprendida, olvidada por ser mujer. Suena bien para titulares y camisetas feministas, pero la verdad es menos épica: era talentosa, creativa, y sí dejó una patente curiosa, pero no estaba a la altura de un Nobel de Física.

Activista bélica, actriz famosa, productora. La figura de Hedy Lamarr tiene todos los ingredientes para ser políticamente explotada, por lo que no es de extrañar que en la época moderna la mitología feminista la ha elevado al nivel de genio científico. Para cualquiera que la descubra hoy, parecería que Lamarr fue juzgada mal, descartada y valorada solo por su belleza.

La vida inspiradora y poco convencional de Lamarr, una mezcla embriagadora de sexo, ciencia, fama y desgracia, se explotó de forma eficiente y amarillista en el documental biográfico Bombshell: the Hedy Lamarr Story para convertirla en el mito trágico que hoy nos venden.

La directora del documental, Alexandra Dean, comenzó esta producción inquieta por la poca cantidad de mujeres inventoras que recoge la Historia. Así que se puso manos a la obra para levantar un ídolo de papel maché y escarcha. Es imposible que haya sido por error, dado el gran trabajo de investigación que tuvo que hacer para su reconocido documental, que no supiera lo que hacía y el verdadero rol de Hedy Lamarr. 

¿Quien era realmente Hedy Lamarr?

Tratemos de separar el mito de la realidad. Su nombre real era Hedwig Eva Maria Kiesler (sí, no suena a estrella de cine, más bien a violinista de orquesta). Su papá la motivó desde pequeña a interesarse en la mecánica. Pero su belleza la llevó al cine y a los titulares de la prensa.

A los 17 años ya era una actriz famosa con la película alemana “Extasis” (1933), un drama sobre joven esposa infiel que huye con su amante joven. La película fue muy polémica en su época, por ser la primer película no pornográfica que presentó un desnudo frontal de una mujer y, para rematar, una escena de orgasmo. Como es fácil de imaginar, la película fue popular en muchos países, incluso en Asia, y no por su trama profunda.

Hedy Lamarr”, su seudónimo, nació cuando viajó a los Estados Unidos convertida en un símbolo sexual. Dejando de lado su historia debajo de los reflectores y su pasado inquietante entre la élite nazi, hablemos de lo que nos interesa, de su lado como inventora, que aparentemente fue una de sus pasatiempos intelectuales constantes.

Aquí la historia se vuelve complicada de separar la verdad de la ficción, ya que como pasa con las celebridades, muchas cosas se exageraban o inventaron para hacer más notoria su figura. Se sabe qu incluso el famoso millonario, playboy y constructor de aviones Howard Hughs  (sí, el “Tony Stark” de la vida real) tuvo un romance con ella y puso a su disposición un equipo de ingenieros para que construyeran los juguetes de la joven. ¡Nada mal como pasatiempo!


No he encontrado otros registros de patentes, escritos científicos suyos, o propuestas académicas. Es claro que el entrenamiento formal de la joven era en la dramaturgia, a pesar de su entusiasmo por las ciencias y su creatividad, necesitaba de manos capacitadas para llevar sus ideas a la realidad.

El invento del “piano torpedo”

Aquí entra el capítulo más sabroso: la patente que compartió con George Antheil, un músico excéntrico que componía piezas para pianos automáticos. Entre charlas de ingeniería casera y café fuerte, pensaron en un sistema de comunicación “a prueba de nazis”.

La figura de George Antheil debería estar junto a Hedy Lamarr compartiendo la gloria... bueno, si fuera cierto que sus ideas dieron origen al Wi-Fi y el Bluetooth. 

George Antheil era el clásico músico “chico malo”, para los estándares de la época. Una figura atractiva para la hibistrofilia de Hedy Lamarr, que siempre se rodeó de hombres de ese perfil. George y Hedy compartían intereses sobre la ingeniería además de ser celebridades ambos.

Ambos analizaron el problema que tenían los aliados para sobrepasar los dispositivos de desvío de señal de torpedos que protegían a los barcos nazis.  Algo que rara vez se menciona, es que Hedy, habia estado casada con un empresario armamentista alemán antes de escapar a los Estados Unidos. Por ende, es plausible que ella debió estar familiarizada con esa tecnología, al menos escuchar entre las conversaciones de los socios de su esposo. Por lo que es más probable que sea ella quien haya sugerido crear un mecanismo de salto de frecuencia, ya que era una idea discutida entre los ingenieros alemanes.

Hedy, aunque era creativa y conocia del tema, no sabía como llevar a cabo su idea en la práctica. George tampoco era ingeniero, pero dos décadas antes había escrito una pieza de concierto, el famoso Ballet Mécanique, que incluía partes para pianos de reproductor sincronizados. Ese fondo desencadenó instantáneamente un pensamiento: Colocaría un rollo de piano de reproductor perforado con 88 filas de perforaciones colocadas al azar en el transmisor para controlar el salto entre 88 frecuencias de radio; colocaría un rollo idéntico en el receptor; y luego sincronizaría los dos. ¿Por qué 88? Ese es el número de teclas en un piano.


La idea: usar un mecanismo parecido a un rollo de piano para hacer que los torpedos cambiaran de frecuencia y así evitar que los enemigos bloquearan la señal. Básicamente, un piano submarino. Si esta idea le parece impráctica, ya puede imaginarse lo que pasó con el invento.

Muy entusiasmados, los artistas contactaron a un ingeniero del Instituto de Tecnología de California llamado Samuel Mackeown, quien si tenía las habilidades técnicas para construir el dispositivo que George planteaba. Así que tendríamos un tercer candidato a compartir la gloria, si sus ideas hubieran servido para crear el Wi-Fi o el Bluetooth como dice el mito.

Lo que si podemos notar, es cómo  una vez más, cuando una mujer es elevada al rango de mito heroico, se hace a precio de desaparecer a los hombres que la ayudaron a llegar ahí. Pues de lo contrario, no serviría como heroína feminista. Los aportes de Antheil y Mackeown son borrados para dejar a Lamarr bajo el reflector.

¿Fue innovadora la idea de Hedy Lamarr?

Respuesta corta: NO. 

El concepto de "salto de frecuencia" (Frequency-Hopping Spread Spectrum o FHSS) no nació con Lamarr y Antheil.

Nikola Tesla y otros inventores ya habían esbozado conceptos similares de comunicación por espectro expandido décadas antes. Por ejemplo, la patente estadounidense US 1,869,659 de Willem Broertjes (1929) en Alemania y la patente US 2,130,507 de Leonard Danilewicz (1935) en Polonia describen sistemas de salto de frecuencia.

Lo que inventaron Lamarr y Antheil fue una aplicación del sistema de salto de frecuencias (frequency hopping). 

El mismo concepto era usado por una docena de patentes para diferentes fines. Incluso ingenieros contemporáneos, tanto civiles como militares, desarrollaron soluciones basadas en las mismas ideas para ayudar al esfuerzo bélico.

¿Robo a Hedy Lamarr? Para nada. El trío solamente usó las mismas ideas base, y a partir de ahi desarrollaron su invento. Se adaptó de forma creativa, sí, pero no inventaron nada revolucionario. El salto de frecuencia fue un antecedente simpático, pero no el abuelo directo de tu conexión a Netflix.

El Mito de la Conspiración Militar.

La idea de que la patente de Lamarr podría haber comenzado con una idea que escuchó de los colegas de su exmarido armamentista se descarta en el documental "Bombshell", donde la cineasta afirma que los ingenieros alemanes en ese momento desconocían la tecnología. 

Sin embargo,  la evidencia documental en el Bundesarchiv-Militärarchiv en Friburgo muestra que los ingenieros alemanes antes de la Segunda Guerra Mundial eran conscientes de la teoría del salto de frecuencia, aunque carecían de los medios para ponerlo en práctica.

El mismo “diseño” de George estaba claramente robado inspirado del “Mystery Control” de Philco (1939), el primer control remoto por radio disponible comercialmente, al que le agregó sus conocimientos musicales. 

Mystery Control


El Mystery Control es, efectivamente, un eslabón crucial y anterior en la cadena de desarrollo de esta tecnología. El Primer Mando a Distancia Inalámbrico, se comercializó como el primer mando a distancia inalámbrico para radios de consumo. Permitía al usuario cambiar de estación y ajustar el volumen desde otra habitación. Utilizaba un codificador rotativo mecánico que interrumpía la señal de radio de una manera específica, haciendo que el receptor (la radio) respondiera a diferentes comandos (cambiar de canal, subir volumen). Era un sistema de "salto" entre diferentes estados o funciones (canales preestablecidos). El Mystery Control fue un avance significativo en el desarrollo de electrónicos personales, representando el primer control remoto inalámbrico para uso doméstico.

Sería impensable que Lamarr y Antheil, siendo supuestamente entusiastas de la tecnología y ambos ricachones con mucho tiempo libre, no conocieran de este avanzado aparato que se vendía directamente a los hogares estadounidenses desde dos años antes de presentar ellos su pantente.

Para su desgracia el invento aunque ingenioso, el sistema neumático era muy sensible y de utilidad impracticable en un ambiente de combate real. Por eso el ejército desechó la idea, a pesar de que el mito quiera pregonar que los diseños estaban clasificados y que no los usaron por ser invenciones de una mujer.

La complejidad del diseño lo hacía inútil en la práctica.

Efectivamente, el sistema de Lamarr y Antheil fue considerado impráctico por la Marina de los EE.UU. cuando lo presentaron en 1942.

Las razones principales de este rechazo fueron:

  1. La Complejidad Mecánica: El mecanismo de sincronización basado en rollos de pianola era intrincado y propenso a fallos. En el entorno hostil, lleno de vibraciones y golpes de un barco de guerra o un submarino, un dispositivo tan delicado habría sido una pesadilla logística y de mantenimiento.
  2. El Tamaño: La propuesta no era un chip miniaturizado, sino un aparato electromecánico de un tamaño significativo. Integrarlo en el espacio limitado de un torpedo de la época era un desafío enorme.
  3. La Sincronización: Aunque ingenioso, el sistema dependía de que el transmisor y el receptor empezaran perfectamente sincronizados. Cualquier error o desfase haría que el receptor no pudiera "seguir" los saltos de frecuencia, perdiendo la señal por completo. En una situación de combate, garantizar esta sincronización inicial y mantenerla era un problema no trivial.

Con esto queda claro, que no solo la invención no era novedosa, ni la teoría innovadora,

Parte del dramatismo de mito heroico de Hedy Lamarr es convertirla en la víctima de una conspiración militar para esconder su genialidad y robar sus ideas para crear el Wi-Fi y el Bluetooth. No obstante, la realidad es que la patente se tramitó rutinariamente sin imposición de secreto.

Solamente un pequeño aviso del New York Times fechado el 1 de octubre de 1941, informó que el Consejo Nacional de Inventores “clasificó la invención de la señorita Lamarr en la categoría ‘al rojo vivo'”. Claramente un intento del periódico de explotar la fama de la artista. Por lo que rápidamente, dos días más tarde, los abogados de la firma Lyon y Lyon, encargados de los de patentes de Lamarr y Antheil, escribieron una carta a sus clientes haciendo una afirmación contraria:


Nos dimos cuenta de una considerable publicidad a los periódicos recientemente resultante de las declaraciones del Coronel Lentdel Consejo Nacional de Inventores. Esta publicidad es bastante desconcertante teniendo en cuenta que la Oficina de Patentes no ha emitido una Orden de Secreto. También es difícil entender por qué no se ha emitido la Orden de Secreto teniendo en cuenta que el Examinador no ha encontrado nada antes de la invención.

Lamarr admite en una entrevista que ella era la “creativa” mientras que Anthell hacia el "trabajo químico”. Así es… “trabajo químico”….

El propio George aparentemente no creía que el invento fuera clasificado: Da el número de patente en su autobiografía de 1945 Bad Boy of Music y sugiere cualquiera puede obtener una copia de la misma enviando 10 centavos por correo a la Oficina de Patentes.

Por si fuera poco, el invento fue suficientemente publicitado para que hubiera podido ser escondido del conocimiento público.


¿Dio origen Lamarr al Wi-Fi, el Bluetooth y GPS?

Hedy Lamarr no inventó el Wi-Fi. 

Muy a pesar de las fantasías feministas que tanto les gusta creer que fue gracias a una mujer que existe la comunicación inalámbrica de los dispositivos móviles actuales, las ideas de Hedy Lamarr no fueron innovadoras, o siquiera originales suyas, ni menos presentaron una base para desarrollar la tecnología actual del Wi-Fi o el Bluetooth.

Para empezar, como antes señalaba, el salto de frecuencia era un concepto que ya era de conocimiento de los ingenieros, décadas antes de Hedy Lamarr. 

Ya se habian creado muchos inventos militares y civiles que usaban el salto de frecuencia para cuando Hedy Lamarr, George Antheil y Samuel Mackeown presentaron la patente en 1941.

Aunque desde los años 60 en adelante, el FHSS se convirtió en una tecnología estándar para asegurar las comunicaciones tácticas militares (como en el sistema SINGGARS), los creadores del Wi-Fi abandonaron el salto de frecuencia casi desde el principio.

Sin embargo, el salto de frecuencia (recordemos, descubierto por Tesla) si fue beneficioso para el desarrollo del Bluetooth: 

El Bluetooth sí utiliza FHSS de forma adaptativa. Salta entre 79 frecuencias, 1600 veces por segundo, para evitar interferencias con otros dispositivos (como el WiFi) y proporcionar una conexión robusta de corto alcance y bajo consumo. Es un heredero directo de la idea de Tesla.


Los Verdaderos Inventores (o desarrolladores) del WiFi, GPS y Bluetooth

Estas tecnologías no son el trabajo de una sola persona, sino el resultado de décadas de investigación, estandarización y contribuciones de cientos de ingenieros, científicos y equipos.

El WiFi es un estándar, no un solo invento. Su desarrollo es un esfuerzo colectivo.

GPS (Sistema de Posicionamiento Global) es un sistema masivo que requiere satélites, relojes atómicos, estaciones terrestres y ecuaciones complejas.

Bluetooth nació de la necesidad de conectar dispositivos de forma simple y sin cables. La empresa sueca Ericsson inició un proyecto de investigación en 1989 para encontrar una alternativa inalámbrica a los cables.

Es crucial reconocer el trabajo colectivo y los nombres de los ingenieros y equipos que transformaron esa idea seminal en las tecnologías que usamos hoy.


WI-FI

La historia del WiFi es un excelente ejemplo de cómo una tecnología nace de la confluencia de varias líneas de investigación, la estandarización y una visión de mercado. Es una historia con muchos "padres" y un momento de "eureka" colectivo.

Las investigaciones militares en técnicas de espectro expandido (DSSS y FHSS) durante la Guerra Fría crearon el "cajón de herramientas" tecnológico que luego sería crucial.

El trabajo en redes inalámbricas y de radio por paquetes en la Universidad de Hawái (ALOHAnet) en los 70 sentó las bases del Wi-Fi. 

Vic Hayes

Vic Hayes. Se le conoce como el "padre del WiFi" porque presidió el comité IEEE que creó el estándar 802.11 en 1997. Él no lo inventó pero fue crucial para unir a la industria y lograr un estándar común.  Su habilidad fue mediar entre las grandes compañías (Proxim, Symbol, Lucent, etc.) para crear un estándar común. Sin este estándar, habríamos tenido un caos de dispositivos incompatibles.

Mientras se desarrollaba el estándar, un equipo en Australia resolvió un problema físico fundamental.

Las ondas de radio de alta frecuencia (como los 2.4 GHz) se reflejan en las paredes y los objetos, creando múltiples rutas que llegan al receptor en momentos ligeramente diferentes (multipath propagation). Esto distorsiona y corrompe la señal, haciendo muy difícil una conexión fiable dentro de edificios.

Un equipo de la organización científica australiana CSIRO, liderado por el ingeniero John O'Sullivan, desarrolló un conjunto de chips que utilizaba transformadas rápidas de Fourier para corregir este efecto. Su patente (US 5487069), presentada en 1992, se convirtió en una parte fundamental e imprescindible para que el WiFi funcionara de forma fiable a altas velocidades. 

Aunque muchos artículos de sitios pro-feministas y promotores de seudo-cultura citan la invención de Lamarr-Antheil como vital para el desarrollo de Wi-Fi moderno, la verdad es que el Wi-Fi abandonó el salto de frecuencia desde el principio de su desarrollo. 

Básicamente, porque el salto de frecuencia proporciona un ancho de banda insuficiente.


BLUETOOTH

Jaap Haartsen es, sin duda, el padre ingeniero del Bluetooth. Entre 1994 y 1997, trabajó para desarrollar la tecnología de radio de corto alcance, de bajo costo y bajo consumo que permitiera esta conectividad. Su gran desafío fue crear un protocolo robusto que manejara la interferencia en las ya congestionadas frecuencias de radio de 2.4 GHz (la misma banda que usan los microondas y el Wi-Fi) y que pudiera conectar múltiples dispositivos de forma automática.

Jaap Haarsent

Para cuando Jaap Haarsent logró crear la tecnología del Bluetooth en la década de 1990, el salto de frecuencia era simplemente el estándar que la Comisión Federal de Comunicaciones de los Estados Unidos (FCC) requería en la banda de frecuencias que tenía la intención de utilizar para un sistema de comunicación local a prueba de interferencias.

GPS

El Sistema de Posicionamiento Global (GPS), otro alegato feminista acerca del legado de Lamarr, siempre ha utilizado la secuenciación directa. Aunque la red celular 2G temprana utilizó una forma de salto de frecuencia, las redes posteriores han empleado la secuenciación directa y la multiplexación de la división de frecuencia ortogonal.

 El desarrollo del GPS es una de las historias tecnológicas más fascinantes y complejas del siglo XX, un esfuerzo masivo que combinó avances en cohetería, relojería atómica, física fundamental y computación. Lejos de ser obra de una sola persona, fue un proyecto colosal con contribuciones clave de numerosos equipos e individuos a lo largo de varias décadas, por lo que no vamos a entrar en detalle, solo en los eventos clave.

Ivan Getting, un físico brillante, presidente de la Aerospace Corporation, fue el gran visionario que concibió un sistema tridimensional de posicionamiento usando una constelación de satélites. Su modelo teórico es la base arquitectónica del GPS moderno.

Bradford Parkinson es, sin duda, el "Padre del GPS". Como coronel de la Fuerza Aérea, se le encargó unificar los proyectos rivales de las diferentes ramas militares (el 621B de la Fuerza Aérea y el concepto "Timation" de la Marina). Dirigió el programa y fue el principal arquitecto e impulsor del Programa NAVSTAR GPS.

Bradford Parkinson, padre del GPS.

En 1973, Parkinson y un pequeño equipo de militares y civiles se encerraron en un pentágono durante el feriado del Día del Trabajo y redactaron la propuesta que fusionó las mejores ideas en un solo sistema. Este momento es considerado el "big bang" del GPS.

Es importante dejar claro desde el principio: El sistema GPS no utiliza la técnica de Salto de Frecuencia (FHSS) en su diseño principal. Los satélites GPS transmiten en frecuencias fijas y conocidas (L1, L2, L5) para que cualquier receptor en tierra pueda captarlas sin necesidad de sincronizar un "salto".

¿Por qué el GPS usa DSSS y no FHSS?

El GPS eligió DSSS porque es superior para sus necesidades específicas:

  1. Precisión de Código: La técnica DSSS permite una medición del tiempo de llegada de la señal extremadamente precisa. Esta es la base de la trilateración del GPS. El receptor mide el minúsculo retraso entre el código que genera internamente y el código que recibe del satélite. FHSS no ofrece esta misma capacidad de medición de retardo de código de forma tan eficaz.
  2. Resistencia a Interferencias: Al esparcir la señal en un ancho de banda muy amplio, el DSSS hace que la señal del GPS sea "invisible" y parecida al ruido de fondo. Un interferente tendría que ser increíblemente potente en todo el ancho de banda para afectarla, mientras que para bloquear un sistema FHSS bastaría con interferir una sola frecuencia a la vez.
  3. Acceso Múltiple: El DSSS permite que todos los satélites GPS transmitan en la misma frecuencia al mismo tiempo, sin interferirse entre sí. Cada uno tiene un código PRN (Pseudo-Random Noise) único que el receptor puede distinguir. Esto es fundamental para el funcionamiento de toda la constelación.

Conclusión.

Cualquier vínculo de los modelos actuales de Wi-Fi, Bluetooth y GPS con diseños de pianos y sistemas de torpedos sigue sin ser demostrado. Solo en las mentes de las hordas feministas que a fuerza de propaganda necesitan crear heroínas propias para superar sus complejos de inferioridad. 

Bastantes grandes mujeres hay que podrían exaltar, si quisieran, pero la mayoría de grandes mujeres que realmente han impactado en la historia estan completamente alejadas de los ideales del feminismo y con frecuencia fueron sus detractoras.

Aunque no inventó el Wi-Fi, Hedy sí fue pionera en otra cosa: mostrar que una actriz podía tener intereses mucho más allá de la pantalla. Que podía ser bella, glamurosa, y al mismo tiempo interesarse por la ciencia y la tecnología.

Ese contraste la hace fascinante. Y no necesitamos inflar su currículum para admirarla. Su vida ya tenía suficiente drama: escapó de un marido controlador en Austria, fue una de las primeras estrellas sexuales de Hollywood, se codeó con millonarios y genios.

Hedy Lamarr no fue la madre del Wi-Fi, pero sí fue mucho más que “la chica guapa en blanco y negro”. Fue una actriz icónica con una chispa inventiva, que se adelantó a su tiempo en mezclar glamour con ciencia.

Así que, la próxima vez que alguien te diga: “El Wi-Fi lo inventó una mujer en Hollywood”, puedes responder: —No, pero casi inventa un torpedo pianístico.

Y con eso ya tienes tema interesante para la sobremesa.


Fuentes:

  • Tony Rothman, T.  Random Paths to Frequency Hopping. American Scientist. https://www.americanscientist.org/article/random-paths-to-frequency-hopping
  • Scholtz, R. A. 1982. The origins of spread spectrum communications. IEEE Communications Transactions 30:822–854.
  • Simon, M. K., J. K. Omura, R. A. Scholtz, and B. K. Levitt. 1994. The Spread Spectrum Communications Handbook. New York: McGraw-Hill.
  • Rothman, T. 2003. Everything’s Relative and Other Fables from Science and Technology. Hoboken, NJ: John Wiley and Sons.

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