Vagisplaining: Cuando la Vagina se Convierte en Título Universitario

 



Ah, el vagisplaining. Esa bella costumbre de la mujer moderna que, con un PhD otorgado directamente por sus ovarios, viene a explicarle al hombre lo que significa ser hombre. Porque claro, si tienes vagina, automáticamente tienes acceso a verdades universales que a los demás mortales nos son negadas.


¿Qué es el Vagisplaining?


El vagisplaining es la versión feminista de “yo no sé nada, pero igual mando”. Básicamente, consiste en que una mujer te dice cómo debes pensar, sentir, actuar y hasta respirar como hombre… porque ella lo sabe mejor que tú.

El “mansplaining” nació como queja porque un hombre se atrevió a corregir un error. 

El vagisplaining, en cambio, es la evolución final: no importa si ella no entiende nada, su sexo es argumento suficiente. 

O en cristiano: “cállate y respeta, porque soy mujer”.


El Gran Manual del Vagisplaining™


O cómo una vagina automáticamente viene con PhD en todos los aspectos de tu vida.

En el terreno de la comunicación cotidiana, el hombre cree que habla en español, pero en realidad debería hablar en “femenino avanzado con tono certificado”. 

El Vagisplaining es la ciencia milenaria de explicar a un hombre cómo ser hombre, cómo amar, cómo criar, cómo existir, todo gracias al superpoder biológico de tener ovarios.

Los hombres no disfrutan del sexo: te lo explica una mujer.


Un hombre podrá leer 50 libros, ver 200 documentales, ir a terapia y criar cabras en el Himalaya, pero nunca sabrá más que ella, porque, bueno… ella es mujer y punto. ¡Es que no puedes sentirlo si no eres mujer!

Hay muchísimas variaciones del vagisplaining. El vagisplaining emocional en pareja es el pack completo: ella no solo interpreta lo que dijiste, también traduce lo que deberías sentir, cómo, cuándo y hasta con qué intensidad. El vagisplaining laboral es de lo más jugoso, porque ahí se viste de “liderazgo femenino” o “inteligencia emocional” y termina siendo puro control disfrazado de sororidad corporativa.


1. Vagisplaining en la Relación de Pareja

“Escucha, cariño, un hombre debe ser sensible… pero no demasiado. Porque si lloras más que yo, eres un maricón, y si no lloras nunca, eres un bloque de hielo. ¿Cómo saber el punto exacto? Tranquilo, yo te lo diré. Porque soy mujer.”

“Sorpréndeme con flores, pero solo cuando yo no lo espero… aunque si te olvidas, también te reclamaré. No te preocupes, yo te diré exactamente qué sorpresa espontánea es aceptable.”

“Hazme sentir deseada, pero no seas intenso… aunque si eres distante, también está mal. Te explicaré después cómo leer mi mente, porque obviamente deberías saberlo.”

“No estás triste por eso, lo que pasa es que no sabes expresar tus emociones como yo.” Traducción: tu dolor pasa por mi filtro de psicóloga de Instagram.

“No estás enojado, estás frustrado… y en el fondo es porque no sabes comunicarte.” O sea, hasta tu ira necesita su permiso para existir.

“No es que estés feliz por ese logro, estás compensando tu necesidad de validación masculina.” Celebrar un triunfo se convierte en diagnóstico clínico.

“Sé que dices que me amas, pero en realidad no sabes lo que es amar de verdad.” Traducido: solo yo defino lo que es amor, tú solo pones la tarjeta.

“No estás estresado por el trabajo, es que no te conectas con tu niño interior.” Spoiler: al niño interior lo mata a chancletazos cuando conviene. 

2. Vagisplaining en el Matrimonio

“Un buen esposo debe tomar la iniciativa… pero yo te diré en qué momento, porque si lo haces mal, significa que no me escuchas.”

“Tienes que ser proveedor… pero también igualitario… pero también generoso… pero también austero. No entiendas, solo obedece.”

“La casa es de los dos, pero yo voy a decidir dónde va cada mueble, qué color se pinta la sala y si la alfombra es ‘nuestra’ o un error masculino.”

3. Vagisplaining en la Educación de los Hijos

“Un padre debe estar presente… pero yo te diré cuánto tiempo, porque si es mucho, me robas protagonismo, y si es poco, eres un inútil.”

“Debes darles disciplina… pero yo decidiré si tu tono de voz fue ‘educativo’ o ‘trauma para toda la vida’. Spoiler: siempre te equivocas.”

“Educar es cosa de dos… pero yo tengo el manual secreto por ser madre. Tú básicamente eres un asistente con pene.”

4. Vagisplaining en la Comunicación

“No es lo que dijiste, es cómo lo dijiste.”  Traducción: puedo invalidar cualquier argumento tuyo sin refutarlo, porque lo pronunciaste con la ceja equivocada.

“No me importa lo que digas, lo que siento es lo que cuenta.”  O sea, tus palabras son irrelevantes; la realidad es lo que yo sienta en ese momento.

“¿Por qué suspiraste así? Seguro estás enojado conmigo.” Explicación femenina de telepatía emocional, aunque tú solo pensabas en el menú del almuerzo.

“No me expliques, que me siento atacada.” Cualquier intento de aclaración será automáticamente catalogado como agresión.

“Yo sé lo que realmente quieres decir, aunque no lo digas.” Traducción: no importa lo que salga de tu boca, yo ya lo interpreté a mi conveniencia.

“No es que me contradiga, es que me entiendes mal.” Si ella cambia de opinión en 180°, no es inconsistencia, es tu culpa por no estar “a su nivel”.

5. Vagisplaining en el Ámbito Laboral

“No es que tu idea sea mala… es que no la dijiste con suficiente empatía.” Traducción: tu trabajo es excelente, pero me toca a mí aprobar el “tono humano”.

“Deberías ser más colaborativo, pero también más independiente.” El arte de pedir lo imposible y culparte por no lograrlo.

“Hazlo como yo te digo, porque yo siento que así queda mejor.”  Cero argumentos técnicos, puro instinto ovárico de “dirección creativa”.

“No es que no estés listo para el ascenso, es que la empresa necesita a alguien con más sensibilidad.”  Spoiler: sensibilidad = ser mujer.

“No es lo que él dijo en la junta, es cómo lo dijo. Yo lo sentí ofensivo, así que lo fue.” La subjetividad convertida en criterio de recursos humanos.

6. Vagisplaining en la Política.

“Los hombres no entienden la política inclusiva, por eso hay que enseñarles a callar para escucharnos."  Educación cívica versión: “tú cállate, que esto es participación ciudadana, pero solo de mi lado”.

 “La verdadera democracia empieza cuando las mujeres sentimos que es democracia.” Traducción: vota lo que quieras, mientras coincida con lo que yo ya decidí.

“La verdadera democracia empieza cuando las mujeres decimos qué es democracia.” Traducción: vota lo que quieras, mientras coincida con lo que yo ya decidí. 


El Imperio del Vagisplaining


Al final del día, el vagisplaining no es una conducta aislada, es casi una cosmovisión. 

Aparece en la pareja cuando ella decide que tus emociones son incorrectas; en la crianza cuando te dicta cuándo y cómo debes ser padre; en la comunicación cuando lo importante no es lo que dijiste, sino el tono en que lo dijiste (o sea, nunca le vas a atinar); en el trabajo, cuando te “explican” cómo liderar un equipo que ya liderabas; y en la política, cuando te dicen que la democracia empieza cuando ellas deciden qué significa democracia.

Es, en esencia, la idea de que el hombre es un incompetente profesional en su propia vida, y que solo la sabiduría ancestral contenida en los ovarios puede salvarlo de sí mismo. Y lo más brillante del asunto es que si lo cuestionas, automáticamente confirmas el diagnóstico: “Ahí está, reaccionando como hombre. Caso cerrado”.

Esto convierte cualquier conversación en una especie de trampa de ajedrez emocional:

El hombre mueve una pieza, la mujer responde con “tono”, “sentimientos” o “intuición” y ¡zas!, jaque mate aunque ella no sepa ni las reglas.

Si lo pensamos bien, el vagisplaining es el único producto que se vende sin pruebas, sin garantía y sin manual de uso. Se basa en un solo principio: “cállate y agradece que te estoy iluminando”.

Así que la próxima vez que alguien intente vagisplinarte sobre tu propia vida, respira profundo y recuerda: no es que tú no sepas, es que a diferencia de ella, tus genitales no traen una conexión mística con la sabiduría del cosmos.

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