4 Rasgos Predicen si una Mujer es Agresora Sexual, segun la Psicología


Durante décadas, la narrativa oficial ha sido clara: la violencia sexual es “cosa de hombres”. Pero sorpresa (o más bien, incomodidad colectiva): las mujeres también agreden sexualmente. Y no, no es una rareza clínica digna de un documental de Netflix, es un hecho comprobado.

Para empezar: en aproximadamente el 68% de las violaciones cometidas contra hombres, la agresora es una mujer. ¿Qué hacemos con ese dato? 

Generalmente, barrerlo bajo la alfombra.


El Estudio que Rompió el Guion


Un equipo de la Universidad de Dakota del Norte decidió hacer lo impensable: investigar en serio este tema. ¿Resultado? Descubrieron que la violencia sexual femenina no es un error de la Matrix, sino que puede predecirse con rasgos psicológicos muy concretos: actitudes hostiles hacia los hombres y rasgos de personalidad disfuncionales.

La investigación pionera identificó que la violencia sexual femenina contra los hombres puede ser predicha por rasgos de personalidad desadaptativos y actitudes hostiles hacia el sexo opuesto. Dicho estudio utilizó una herramienta científica reconocida, el inventario PID-5 de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), para trazar un perfil de la mujer agresora a partir de muestras de la población general.

El PID-5 no es un test cualquiera de Buzzfeed, sino una herramienta diagnóstica seria utilizada por profesionales de la salud mental para evaluar rasgos de personalidad problemáticos. Consiste en un cuestionario de 220 afirmaciones que mide cinco dominios clave:

  • Antagonismo: Tendencia a ser manipulador, engañoso y carente de empatía.
  • Desinhibición: Falta de control sobre los impulsos.
  • Psicoticismo: Pensamiento extraño o distorsionado de la realidad.
  • Desapego: Aislamiento social y frialdad emocional.
  • Afectividad Negativa: Experimentación frecuente de emociones como ansiedad e ira.

Para este estudio, se añadieron factores específico: el Sadismo Cotidiano (disfrutar con el sufrimiento ajeno) y las Creencias Adversarias (ver al otro sexo como inherentemente conflictivo).


Hallazgos que incomodan (pero no sorprenden).



El estudio reveló algunas cifras que deberían estar en titulares, pero casi nadie quiere leer:

  • El 13% de las mujeres de la muestra en la población general admitió haber perpetrado violencia sexual. En la muestra de mujeres universitarias, fue el 6%. Sí, la tasa fuera del campus fue más del doble.
  • Un 24,3% de agresoras no se quedó en un “incidente aislado”: reportó seis o más casos. Reincidencia, que le dicen.
  • Tácticas favoritas: aprovecharse de un hombre intoxicado, cuestionar su hombría o manipular su sexualidad. Las amenazas explícitas fueron raras, porque al parecer la manipulación psicológica es más eficaz.


El Perfil de la Agresora Sexual Femenina


El estudio logró esbozar un perfil psicológico claro. La mujer agresora sexual tiende a ser:

  • Hostil hacia los hombres, con creencias de que son manipuladores o indignos de confianza.
  • Pomposa y excéntrica, con una autoimagen grandiosa.
  • Manipuladora, disfruta del control y la dominación.
  • Competitiva en el sexo, viéndolo como un juego de poder donde uno gana y el otro pierde, no como una expresión de afecto.

“Hostil a los hombres, grandiosa, manipuladora y competitiva en el sexo… Perdón, ¿estamos leyendo un perfil psicológico o simplemente el bio de Tinder de la feminista promedio? Básicamente, la agresora sexual femenina es la misma que organiza marchas contra el patriarcado: odia a los hombres, se cree diosa, usa a los demás como peones y cree que acostarse con alguien es un deporte olímpico. 

La diferencia es que una te grita en la calle y la otra te despierta esposado. Pero tranquilos, seguro es por ‘justicia social’.”




La Conclusión que Nadie Quiere Escuchar


Este estudio es el primer paso serio para dejar de tratar la violencia sexual femenina como una anécdota graciosa o un mito urbano. Sus hallazgos son claros: las mujeres agresoras existen, tienen patrones medibles y su violencia está en gran parte ligada a hostilidad y manipulación hacia los hombres.

Sus hallazgos subrayan la urgencia de incluir este fenómeno en los esfuerzos de prevención y de recopilar datos en poblaciones más diversas para entender su verdadero alcance. La prevención, la investigación y el debate social necesitan incluir este fenómeno de una vez por todas. 

Aunque incomode. Aunque no encaje en la narrativa políticamente aceptable.

Porque ignorarlo no lo hace desaparecer. Solo deja a más víctimas en silencio.



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