Metaestudio confirma: Las Mujeres son las principales Agresoras en la Pareja.



Durante décadas nos han vendido el cuento de hadas: el hombre como ogro violento y la mujer como delicada víctima indefensa. Pero resulta que la ciencia se ha tomado la molestia de revisar los números… y sorpresa: muchas “princesas” también reparten bofetadas, empujones y hasta sartenazos como parte del menú romántico.

Un análisis exhaustivo de una década de investigación desafía la narrativa convencional sobre la violencia doméstica. Un metaestudio realizado en colaboración por Policy Research Associates y las universidades de Simon Fraser y Columbia Británica presenta conclusiones que obligan a replantear el enfoque actual


El Estudio que Nadie Quería Leer


Un metaestudio serio (sí, con bata blanca y todo) revisó más de 750 investigaciones sobre violencia doméstica. Después de filtrar lo que servía, quedaron 111 estudios con 272 mediciones de prevalencia. La gran mayoría de los estudios se realizaron en Estados Unidos y utilizaron como herramienta principal la Escala de Tácticas de Conflicto (CTS), un instrumento estándar para medir este tipo de violencia. 

¿Qué descubrieron? Que la violencia de pareja no es propiedad exclusiva del club masculino.

Finjamos sorpresa.



El estudio reconoce que la violencia física de los hombres contra sus parejas mujeres es ampliamente identificada como un grave problema social. Sin embargo, plantea una pregunta crucial: ¿se considera con la misma seriedad la violencia física ejercida por las mujeres contra sus parejas hombres? 

La respuesta, según los datos, sugiere que no.
 

El Golpe de Realidad: Datos que Incomodan


Este patrón, donde la prevalencia de la violencia femenina es igual o ligeramente mayor, se mantuvo constante al analizar diferentes tipos de muestras y metodologías, con muy pocas excepciones. El resultado principal es claro y contundente:

  • La prevalencia general de violencia física en relaciones íntimas fue del 24.8%.
  • Al desglosar por género, el análisis reveló que más de 1 de cada 4 mujeres (28.3%) reportó haber perpetrado violencia física contra su pareja.
  • Esta cifra es superior a la de los hombres, donde 1 de cada 5 (21.6%) admitió haber sido perpetrador.
Traducción: más de una de cada cuatro novias o esposas reconoce haber usado la violencia. Y no, no estamos hablando de “levantó la voz”, sino de violencia física medible con escalas científicas. Básicamente, el amor romántico de las parejas tradicionales viene con más derechazos de los que Netflix muestra en sus comedias románticas.


El Problema del Relato Único.


Las implicaciones de este metaestudio son significativas. Los resultados subrayan la necesidad urgente de desarrollar intervenciones y políticas de prevención que reconozcan y aborden el uso de la violencia por parte de las mujeres en las relaciones íntimas.

El estudio no dice que los hombres no sean violentos (spoiler: también lo son), sino que las mujeres lo son igual o incluso más en algunos contextos. Pero aquí viene lo irónico: cuando un hombre pega, es violencia patriarcal; cuando una mujer pega, es empoderamiento o respuesta emocional válida: "algo le tuvieron que hacer para que reaccione así". 

La doble moral da para tesis doctoral.
 

Conclusión: Igualdad a Golpes


Si vamos a hablar de violencia de pareja con seriedad, toca admitir que el asunto no tiene distinción de sexos. Porque ignorar a los hombres que son víctimas solo porque “no encaja en la narrativa” es tan absurdo como llamar “amor apasionado” a un arañazo que necesita puntos de sutura.

Ignorar esta realidad no solo deja sin ayuda a un gran número de víctimas masculinas, lo cual está cobrando vidas, sino que también impide comprender la complejidad total de la violencia doméstica. La evidencia científica indica que, para ser efectivas, las estrategias contra la  violencia de pareja íntima (IPV) deben adoptar una perspectiva inclusiva que trascienda los prejuicios de género.

Quizá sea hora de aceptar que la violencia en pareja es un deporte mixto y que la igualdad, en este campo, siempre estuvo presente, aunque nadie lo quiera celebrar.

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